FRANZ SCHUBERT Transfiguració

Jordi Savall, Le Concert des Nations

17,99



ALIA VOX
AVSA9950

FRANZ SCHUBERT
(1797-1828)
Transfiguration
Unfinished Symphony in B minor
& Great Symphony in C major

CD1
Symphonie Inachevée nº 8 en Si mineur 24’41
D. 759 (1822)

I. Allegro moderato 14’42
II. Andante con moto   9’57

CD2
Grande Symphonie nº 9 en ut majeur  61’18
D. 944 (1825-1828)

I. Andante – Allegro ma non troppo – Più mosso 15’25
II. Andante con moto 13’55
III. Scherzo: Allegro vivace – Trio – Scherzo da capo 16’27
IV. Allegro vivace 15’28

Enregistré du 26 au 29 septembre 2021 à la Collégiale de Cardona (Catalogne)
Enregistrement, Montage et Mastering SACD : Manuel Mohino ARS ALTIS

 

«Si quería cantar al amor,
éste mudaba en dolor.
Y, si quería cantar al dolor,
para mí mudaba en amor.»
Franz Schubert, 1822
Mein Traum («Mi sueño»)

No resulta indiscreto admitir ahora que pensábamos dedicarnos a las Sinfonías nº. 8 y nº. 9 de Schubert inmediatamente después de acabar nuestro ciclo de la integral de las sinfonías de Beethoven, un ciclo que concluyó con el concierto del 15 de diciembre de 2021 en el Gran Teatro del Liceo de Barcelona, un año más tarde de lo previsto a causa de la covid.

Dicho esto, la idea de un ciclo sinfónico dedicado a los principales compositores del siglo XIX con Le Concert des Nations se remonta a mucho antes, a 1993. En ese momento, preparamos la Tercera sinfonía de Beethoven y la Gran sinfonía de Juan Crisóstomo de Arriaga para la grabación que realizamos en enero de 1994. Lamentablemente, la falta de financiación por parte de nuestra compañía discográfica AUVIDIS nos obligó a interrumpir el proyecto. Ésa fue una de las razones por las que decidimos crear en 1997 nuestro sello ALIA VOX.

Sin embargo, no pudimos retomar nuestra idea de un gran ciclo sinfónico y coral hasta 2017, con los conciertos y la grabación de las tres últimas sinfonías de Mozart, que empezamos a preparar y grabar ya en 2017 y concluimos en junio de 2018. Con la implantación de las grandes Academias para jóvenes profesionales, en la primavera de 2019, iniciamos la preparación de la integral de las sinfonías de Beethoven, una aventura heroica pero maravillosa que concluyó, a pesar de la covid, en noviembre de 2021con la edición del álbum que incluía las cuatro últimas sinfonías. Durante las Academias Profesionales del verano de 2021, justo después de haber pasado dos años intensos en compañía de Beethoven, abordamos la interpretación de las Sinfonías nº. 8 y nº. 9 de Franz Schubert con nuestra orquesta Le Concert des Nations, compuesta por más de 60 músicos que tocan instrumentos de la época, y con inclusión de jóvenes instrumentistas profesionales procedentes de Europa y otros países del mundo.

Si lo que más nos sorprendió en el proceso creador de Beethoven fue su extraordinaria imaginación y su inspiración revolucionaria, en Schubert ha sido la relación tan íntima y fraternal con el sufrimiento y la muerte lo que nos ha conmovido. Ello explica que, en el proceso creador del lenguaje musical de Schubert, siempre nos asombre su capacidad de vivir esa dimensión esencialmente interior y espiritual, esa forma de transfiguración que él resume de un modo tan sencillo en una frase de su diario, en marzo de 1824: «Mis producciones son el fruto de mis conocimientos musicales y de mi dolor».

Ese proceso creador, definido de tal modo, exige de antemano, para poder crecer, una gran conciencia y madurez individual. Resulta interesante en semejante contexto los muy diferentes momentos de vida y creación de esos tres genios: Mozart compuso su primera sinfonía en 1764 a los 8 años y sus tres últimas entre el 25 de julio y el 25 de agosto de 1788, a los 32; Beethoven compuso su primera sinfonía a los 29 años y la última (la Novena) a los 54; mientras que Schubert compuso la primera en 1813 a los 16 años, la Sinfonía inacabada a los 25 y la última Gran sinfonía en Do mayor en 1828, a los 31.

Las nueve sinfonías de Beethoven llevaron la forma sonata a una culminación que resultaba imposible de superar sin cambiar radicalmente de rumbo. Schubert supo encontrar, aunque no sin esfuerzo, una solución personal.

Conocemos la respuesta dada por Schubert a la edad de 15 años a su querido amigo Joseph von Spaun (1788-1865) cuando éste le dijo: «Has hecho ya mucho y con el tiempo harás muchas más cosas grandes». Schubert le respondió, en voz baja: «Con calma, en secreto, tengo la esperanza de poder hacer algo por mí mismo, pero ¿qué se puede hacer después de Beethoven?».

En relación con el contexto histórico, resulta interesante constatar la gran proximidad y la coincidencia temporal entre los años 1817-1823 en que se crearon esas diferentes sinfonías y la diferencia de edad de los compositores: cabe recordar que Beethoven, con más de 50 años entonces y en pleno apogeo de su fama como compositor y creador de un auténtico estilo sinfónico revolucionario, estaba terminando su última sinfonía coral; mientras que al mismo tiempo, en 1821-1822, nuestro Schubert, con 25 años y muy poco reconocido como compositor sinfónico, componía su Sinfonía inacabada en si menor. Conocemos los dos primeros movimientos completos, Allegro moderato y Andante con moto, pero luego tenemos, manuscritos, los veinte primeros compases para el principio de un scherzo total o parcialmente orquestado, así como el esbozo (no orquestado) del mismo scherzo hasta el principio del trío. De modo que la sinfonía está, de hecho, inacabada.

¿Está realmente inacabada? ¿Qué ocurrió?

Su amigo Joseph Huttenbrenner, escribió en 1868: «Tuve en mi poder la Sinfonía durante muchos años, y Anselm hizo una transcripción para cuatro manos [en 1853]. Schubert me la dio como muestra de agradecimiento por el diploma de honor de la Sociedad Musical de Graz, y la dedicó a la Sociedad y a Anselm. Le llevé el diploma a Schubert. La Sinfonía en si menor, que mi hermano y yo consideramos como igual a una sinfonía de Beethoven, no fue aceptada por orquesta alguna».

Quisiera ceder la palabra a Brigitte Massin (1927-2002) y a algunos de sus profundos e iluminadores comentarios que suscribo plenamente sobre la obra y la vida de Schubert: «Sabemos que, acuciado por la cantidad, la calidad y la urgencia de sus ideas, Schubert abandonaba a veces una composición para empezar otra. Quizás esa riqueza de ideas que se expulsan unas a otras pueda aportar una explicación más o menos satisfactoria a lo que cabría llamar el misterio de la Sinfonía inacabada». A pesar de semejante nombre, la sinfonía se acepta hoy como plenamente acabada debido a la especial relación de unidad que es posible percibir entre sus dos movimientos: Allegro moderato y Andante con moto.

«Esa relación de unidad entre el allegro y el andante nos recuerda Brigitte Massin le pareció tan evidente, tan intencional, al musicólogo alemán Arnold Schering (1877-1941), que quiso ver en la Sinfonía inacabada un auténtico calco musical de su relato literario contemporáneo, igualmente en dos partes, Mein Traum, escrito por Schubert en julio de 1822, y explicar de ese modo el inacabamiento de la obra o, más bien, su completud. […] Sin llegar a tanto, podemos decir que nunca hasta entonces (al menos en su música sinfónica) había dado Schubert una expresión musical tan adecuada de lo que acaba de formular tres meses antes en Mein Traum (Mi sueño) como uno de sus pensamientos más íntimos:

Si quería cantar al amor,
éste mudaba en dolor.
Y, si quería cantar al dolor,
para mí mudaba en amor.»

Beethoven compuso su última sinfonía entre 1817 y 1823, y la obra se interpretó por primera vez en Viena el 7 de mayo de 1824 bajo la dirección del propio compositor y del maestro de capilla Michael Umlauf. Fue la última aparición pública del compositor, puesto que durante los siguientes tres años permanecería confinado en su casa, presa de diversas enfermedades que lo mantendrían postrado hasta su muerte el 26 de marzo de 1827, tras 56 años de una vida dramática pero muy creativa e intensa, coronada con un éxito y un reconocimiento unánimes.

Qué contraste con el destino de nuestro querido Franz, quien el 16 de noviembre de 1828, al año y medio del fallecimiento de Beethoven, rodeado de algunos de sus mejores amigos, se apagó también él, muy probablemente a causa de un mal estado general que le impidió sobreponerse al repentino agravamiento de la fiebre tifoidea que padecía entonces. Tras haber concluido unos meses antes la Gran sinfonía en Do mayor, y en pleno trabajo de corrección de la segunda parte de su Viaje de invierno, Schubert nos abandonó en plena juventud, un mes y quince días antes de haber podido alcanzar los 32 años.

Volvamos a principios de 1828 (un año después de la muerte de Beethoven). En ese momento, Schubert, como muy bien cuenta Brigitte Massin: «se encuentra en plena posesión y en plenitud de sus medios creadores y logra ofrecer por fin al mundo la primera Gran sinfonía de su edad adulta, triunfa en ese terreno sobre una acumulación de prohibiciones interiores y supera años de vacilaciones. Es su Novena o su Décima sinfonía, tiene 31 años. A modo de comparación, casi a la misma edad (29 años) Beethoven compuso su Primera sinfonía».

«Y, sin embargo prosigue Brigitte Massin, la Sinfonía en Do se inscribe más en la continuación de la Sinfonía inacabada en si menor, de la que parece culminación, que en la continuación de cualquiera de las otras sinfonías anteriores. En relación con las anteriores, la Sinfonía en Do mayor intentaba traducir en el plano sinfónico, las profundidades de un pensamiento introvertido, mientras que las seis precedentes eran extrovertidas. La Sinfonía en Do mayor resuelve la contradicción que Schubert había creído irreconciliable en el momento de la Sinfonía en si menor: traducir, él, alguien acostumbrado a la sobriedad y el refinamiento psicológico del lied, el misterio de la interioridad en un lenguaje sinfónico. […] La semejanza de estructura entre los nueve primeros compases de las dos obras (y no sólo ahí, por supuesto) es tan llamativa que da a entender una necesidad, tal vez inconsciente o tal vez también consciente, de enfrentarse al reto que representaba, para el creador, el inacabamiento de la Sinfonía en si menor. La asunción del reto y la victoria en ese empeño se lograrán en la transfiguración del si menor en Do mayor.»

JORDI SAVALL
Stainz-Fontfroide, julio 2022
Traducción: Juan Gabriel López Guix

BIBLIOGRAFÍA SELECCIONADA
HANDMAN, Dorel, «Schubert», en Roland-Manuel (dir.), Histoire de la musique, vol. 2, col. Encyclopédie de la Pléiade, París, Gallimard, 1963.
MASSIN, Brigitte, Franz Schubert, París, Fayard, 1977.
TUBEUF, André, Schubert: L’ami Franz, Arlés, Actes Sud, 2021.
VV. AA., La Revue Musicale, «Franz Schubert et la symphonie», número triple, 355-356-357 (1982).

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