
Misa en Do Menor, Wolfgang Amadeus Mozart
El verano de 1782, Mozart comenzaba la composición de una obra que no sería fruto de un encargo, sino de una promesa. A pesar de la oposición de su padre, acababa de casarse con Constanze Weber en Viena, y tras un viaje de tres meses, llegaba a su natal Salzburgo con la «obligación moral» de completar la partitura. Tenía entre manos una misa colosal, con arias extremadamente exigentes que debían resaltar el registro vocal y la capacidad técnica de su esposa, soprano de formación y carrera. Podríamos considerar, por tanto, que esta Gran Misa en do menor fue un regalo de bodas, pero también una forma de demostrar a su estricto padre Leopold lo que ellos, como pareja, eran capaces de lograr: él como compositor y ella como intérprete. Estaba pidiendo su aprobación al mostrar las fortalezas de su matrimonio.
Sin embargo, aquella gran empresa quedó truncada: Mozart no terminó la orquestación de algunos pasajes del Credo y no incluyó un Agnus Dei. Es probable que, el día del estreno, completara la obra con fragmentos de otras composiciones previas. El motivo por el cual dejó la obra incompleta sigue siendo objeto de debate: tal vez fue por la trágica muerte de su primer hijo, o por problemas personales y familiares; tal vez la terminó posteriormente durante su estancia en Salzburgo, pero esas nuevas partes se perdieron; o tal vez simplemente se vio absorbido por nuevos encargos y dejó esta obra de lado debido a la imposibilidad de volver a interpretarla. En cualquier caso, y a pesar de todo, esa promesa nos dejó el legado de una obra sacra simfónico-coral esencial, un claro ejemplo de escritura inspirada en la tradición y, al mismo tiempo, proyectada hacia el futuro.
En ese momento, Mozart estaba inmerso en el estudio del barroco tardío, y especialmente de J.S. Bach y Händel. A la vez, liberado de las restricciones del arzobispo Colloredo —para quien había trabajado anteriormente—, buscaba la expresividad y el dramatismo de la ópera italiana, con un color orquestal brillante, partes corales de gran complejidad y pasajes solistas de gran virtuosismo. Tras un Kyrie suplicante y sombrío, pero austero, despliega un Gloria espléndido, con números para uno, dos y tres solistas y otros para doble coro, con momentos de preciosas florituras y otros llenos de dolor que culminan en una gran fuga. Escribe un Credo de aire festivo y ligero que contiene el solo más largo y exigente de los tres para soprano, Et incarnatus est, y finaliza con un monumental Sanctus y un más íntimo Benedictus.
Jordi Savall, al frente de La Capella Nacional de Catalunya y Le Concert des Nations, se enfrentará a este ícono de la tradición occidental para interpretarlo en una gira europea que incluirá cinco conciertos en diferentes salas y auditorios de Europa:
- Stiftung Mozarteum, Salzburgo, Austria, 26 de enero de 2025
- Elbphilharmonie, Hamburgo, Alemania, 28 de enero de 2025
- Palace of Arts – Béla Bartók National Concert Hall, Budapest, Hungría, 30 de enero de 2025
- L’Auditori, Barcelona, 6 de febrero de 2025
- Philharmonie de París, Francia, 10 de febrero de 2025
La versión inédita que se interpretará será responsabilidad del director de orquesta, musicólogo, compositor y solista de teclados históricos Luca Guglielmi, quien ha revisado y ampliado el manuscrito a través de un trabajo meticuloso y sumamente respetuoso, utilizando al máximo el material original de Mozart y limitando la intervención en la reconstrucción o composición sobre temas existentes. Este concierto en la capital catalana forma parte de una gira que pasará por diversos escenarios nacionales e internacionales, en ciudades como Salzburgo, Hamburgo, Budapest o París. Además, se llevará a cabo un estudio interpretativo intensivo en forma de academia profesional y se realizará una grabación final para dejar constancia de este testimonio perdurable.
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