DINASTIA BORGIA Chiesa e potere nel Rinascimento
Hespèrion XXI, Jordi Savall, La Capella Reial de Catalunya
32,99€
Referència: AVSA9875
- La Capella Reial de Catalunya
- Hespèrion XXI
- Jordi Savall
La celebración de los 500 años del nacimiento de Francisco de Borja (Gandía 1510 – Roma 1572), el último de los ilustres miembros de la “Dinastía Borgia”, nos ha motivado a la realización de este proyecto histórico-musical, dedicado a recordar los acontecimientos más significativos de la época en que vivieron los protagonistas de esta fascinante y singular familia; Alfonso de Borja (Calixto III), Rodrigo de Borja (Alejandro VI), Juan de Borja, César Borgia, Lucrecia Borgia y Francisco de Borja.
El Padre Batllori, egregio investigador, gran humanista y maestro indiscutible de la historia Borgiana, afirmaba que no se puede hacer ni literatura negra ni literatura rosa sobre los Borgia. Simplemente se debería escribir la historia objetiva de lo que realmente fueron e hicieron.
Con este nuevo Libro/CD dedicado a esta relevante “Dinastía” presentamos, apoyándonos en las conclusiones últimas de sus principales investigadores, algunos de los aspectos esenciales de lo que “fueron e hicieron”, sin obviar las luces y sombras que los acompañan; somos conscientes de lo difícil que resulta evocar la vida y los actos de estos personajes históricos, marcados por una terrible y duradera “leyenda negra”. Sus vidas, complejas y conflictivas, las vemos profundamente enraizadas en un amplio conjunto de hechos y acontecimientos que situamos en su contexto histórico-musical; uno de los períodos culturales y políticos más intensos de la civilización europea, pues iniciándose en el albor de los tiempos modernos, transcurre por el pasaje medieval hasta llegar al esplendor del Renacimiento. Una época, la de los Borgia/Borja, de grandes descubrimientos culturales y geográficos (desde la civilización griega hasta el nuevo mundo), y también de grandes conflictos, como la expulsión de los judíos de la Península ibérica, el inicio del cisma protestante, la culminación del conflicto bélico con los turcos, y el exterminio de los moriscos en los reinos hispánicos.
Los principales protagonistas de esta familia valenciana procedían de Xátiva, (ciudad situada en el reino de Valencia, uno de los territorios de la corona Catalano-Aragonesa), transcurre entre el 1400, –es decir, pocos años antes del fin del cisma de occidente (1417) y de la conquista de Constantinopla por los turcos (1453)– y la victoria de la armada católica frente a los Turcos en la batalla de Lepanto (1571), de la terrible masacre de San Bartolomé y de la muerte en Roma de Francisco de Borja, su último gran representante, ocurridas en 1572.
Los Borgia/Borja vivieron en una época intensamente marcada por una feroz y constante lucha por el poder espiritual y secular de Roma, centro neurálgico de la cristiandad, y sede del estado Vaticano. Desde las épocas medievales, el poder del papado estaba por encima de todos los poderes seculares; un rey excomulgado por el papa perdía la potestad divina para gobernar. Solamente el papa, como cabeza de la cristiandad, podía coronar como emperador a un rey cristiano. Como hizo Clemente VII con Carlos V en 1530. Recordemos también que los métodos políticos y las costumbres sociales de la vida eclesiástica romana en estas épocas, eran muy diferentes de las actuales. En aquellos tiempos (siglos XV y XVI), la contradictoria doble vida, humana y religiosa, que llevaba una parte importante del clero era conocida por todos, no como en nuestra época en la que, durante años, se la ha intentado negar e incluso silenciar. Los dos papas Borgia, pues, no hicieron más que continuar con los usos y costumbres basados en el Nepotismo y el Paternalismo; especialmente Alejandro VI, de quien se sabe que tuvo más de nueve hijos: Girolama, Isabel y Pedro Luís de madre desconocida, Juan, Lucrecia, César y Jofré de su primera amante Vannozza Cattanei, y dos más de la tercera amante “estable”, Giulia Farnese. Las peligrosas condiciones de la vida en el Vaticano en aquella época, obligaban a tener en su entorno un máximo de miembros de su familia, pues –por ejemplo– comer un plato cocinado y servido por un familiar de confianza podía ser indispensable para la propia supervivencia.
Estamos, pues, ante unas personalidades de talla universal que, con sus grandiosas contradicciones y sus muchas debilidades humanas, tuvieron una existencia exuberante aunque llena de sombras, de violencias y de intrigas maquiavélicas (Maquiavelo se inspiró en los comportamientos de Alejandro VI, y sobre todo de César Borgia, para escribir “El príncipe”), fueron así mismo grandes defensores del poder supremo de la Iglesia, así como de la independencia política y territorial del Vaticano, además de hábiles negociadores en todas las cuestiones políticas y militares. Protectores de los humanistas y de los judíos sefardíes (acogidos en Roma, a pesar de las protestas del embajador de los reyes católicos), Calixto III y sobretodo Alejandro VI fueron también importantes mecenas del arte y de la música, actividades que en el recuerdo fueron lastradas por las discutibles costumbres, los métodos violentos y las extremas debilidades carnales que dieron origen a una terrible leyenda negra, en aumento hasta la muerte de Alejandro VI, y que ha perdurado a través de los siglos, deformando la visión de la historia Borgiana real. No olvidemos que esta leyenda se desarrolló a partir de una vida poco compatible con los principios, y el ejemplo que hubiese sido de esperar, de quien representaba en la tierra la cabeza espiritual del cristianismo. Una vida demasiadas veces manchada de sangre (asesinatos), de actos violentos (venganzas) o depravados (orgías y bacanales), e incluso sacrílegos (torneos sexuales en los aposentos papales durante las fiestas del día de los muertos), y que siendo excesivos, no eran tan diferentes de lo que sucedía en las otras noblezas itálicas. A partir de estos hechos reales, la vida y la reputación de los Borgia se verán aún más oscurecidas, con acusaciones exageradas o falsas, a menudo lanzadas a la opinión pública como defensa o venganza por decisiones y actos políticos que causaban gran prejuicio a los principales clanes del poder en la Italia del momento.
Pocos personajes antiguos han padecido una tan sistemática y duradera deformación de su realidad histórica, como la que ha soportado la familia Borgia/Borja, y especialmente Alejandro VI y sus más célebres vástagos, César y Lucrecia. Pocos son también los que pueden ilustrar de una forma tan extrema la relación conflictiva entre la Iglesia como institución y las esferas del poder secular y espiritual. Todo ello en el preciso momento en que la sociedad europea iniciaba un florecimiento artístico y un debate espiritual e intelectual espectacular y novedoso, inspirado por el descubrimiento de la civilización griega, que cristalizará en el pensamiento Humanista y en un desarrollo creativo que moldeó el abandono del mundo medieval para dejar paso a un verdadero “Renacimiento” cultural y social.
El primer Borgia ilustre fue Alfonso de Borja, quien acompañó al rey de Aragón, Alfonso el Magnánimo, en la conquista de Nápoles, y que después se instaló en Roma; en 1445 seria coronado papa con el nombre de Calixto III. Durante su papado, además de imponerse como prioridad la recuperación de Constantinopla (convertida en Estambul en 1453), destacó por su política de carácter humanista. Fue considerado por Eneas Silvio Piccolomini como “un letrado excelentísimo”, y es reconocida su amistad con el respetado latinista Lorenzo Valla (1407-1457).
El caso de Rodrigo de Borja es sensiblemente diferente en casi todo al de su tío Alfonso. Su terrible reputación no nos debe hacer olvidar que fue uno de los mecenas destacados del Renacimiento italiano. No fue un gran intelectual ni un humanista exitoso, pero si que fue amigo de los humanistas y favoreció el desarrollo de las artes, de las letras y de las ciencias. Como afirma Gregorovius (1877) “toda incultura estaba lejana de Alejandro VI”. Entre los grandes genios de la época que colaboraron o estuvieron relacionados con él, destacan Josquin des Prez, (el más importante de sus músicos preferidos, que compuso el sombrío y dramático motete a cuatro voces graves “Absalon Filii miei”, en homenaje a Juan de Borja, (II duque de Gandía), hijo mayor del papa, brutalmente asesinado 1497, Nicolás Copérnico (1500), Leonardo da Vinci (1502-1503) y Miguel Ángel (1500).
De entre los numerosos hijos que tuvo Alejandro VI destacaremos a Juan, a César y a Lucrecia; ellos fueron los que estuvieron más cerca de su padre. César, que a pesar de una nula propensión al estado eclesiástico, había sido nombrado arzobispo de Valencia con diecisiete años y cardenal con dieciocho, aprovechó la muerte de su hermano Juan en 1497 para ocupar el lugar de heredero de los Borja en Italia. Nombrado entonces Capitán general de los ejércitos pontificios, modelo del Príncipe de Maquiavelo, los treinta y dos años de vida de César Borgia, sintetizan la turbulencia de una época de luchas despiadadas por el control del poder secular y espiritual. Un halo sulfúrico envuelve a Lucrecia, la hermana de César. Las calumnias difundidas por los enemigos de su padre, Alejandro VI, –ella seria acusada de doble incesto– han seducido durante siglos la imaginación de muchos. Admirada por los grandes espíritus de su época: Bembo, Ticiano y Ariosto, Lucrecia simboliza la fuerza de la mujer del Renacimiento, con su belleza, su inteligencia, su sentido político, su talento y su generosidad como mecenas, su sensibilidad social (en Ferrara, sus súbditos la llamaban “la madre del pueblo”). No se trata, pues, de la heroína romántica a la que se nos ha acostumbrado, sino de la verdadera antagonista de las tragedias que le tocó vivir.
Francisco de Borja, biznieto de Alejandro VI, por parte de su padre, y del rey Fernando el Católico por parte de su madre, fue un protegido del emperador Carlos V, a quien sirvió fielmente en la corte. La muerte de la Emperatriz Isabel de Portugal en 1539, marcó un profundo cambio en su vida y, tras una breve etapa como virrey de Cataluña, dedicó el resto de su vida a una austera y militante práctica de su religiosidad, entrando en la Compañía de Jesús; fue un gran realizador y bienhechor de proyectos educativos y espirituales. Su evolución religiosa culminó al ser nombrado tercer General de los Jesuitas (1565). Enviado por el papa Pío V a una importante misión diplomática con las casas reales de Madrid y de Lisboa, su última misión la llevo a cabo en Blois, donde tuvo audiencia real con Catalina de Médicis, que de haber tenido éxito, hubiese probablemente evitado la terrible masacre de San Bartolomé, en agosto de 1572, mientras Francisco de Borja, enfermo de muerte, descansaba en Ferrara, en la corte de su tío Ercole de Este (hijo de Lucrecia Borgia). Francisco de Borja muere en Roma, el 30 de septiembre del mismo año. En 1624 fue beatificado por Urbano VIII. Un año antes del centenario de su muerte, en 1671, Francisco de Borja seria canonizado por el papa Clemente X.
Dentro de la inmensa producción histórico-literaria dedicada a los Borgia/Borja, salvo excepción de estudios especializados como los Studien zur Geschichte der Papstlichen Kapelle, a cargo de Bernhard Janz, poquísimas son las referencias que nos hablan con pertinencia del contexto musical de la dinastía de los Borja. Entre estas pocas hay que mencionar, por la atención que merecen los numerosos detalles relativos a la practica musical, la obra de Maria Bellonci dedicada a Lucrecia Borgia, el interesante estudio La Música i els Borja de Vicent Ros, editado juntamente con una interesante selección de artículos, Els Temps dels Borja, y más recientemente, la nueva y apasionante biografía histórica de Josep Piera Francesc de Borja, el duc sant. También queremos mencionar la importancia de algunos antiguos y recientes estudios que han contribuido a restablecer la visión objetiva del universo borgiano, como los del P. Miquel Batllori , así como los realizados por Joan Francesc Mira, Óscar Villarroel González y Santiago La Parra López.
Como en los precedentes proyectos de Libro/CD hemos dividido las diferentes etapas de la “Dinastía Borgia” en siete capítulos que van desde la Valencia musulmana del siglo XIII hasta la canonización de Francesc de Borja en 1671.
La 1ª Parte trata de
(CD 1) Los caminos hacia el poder: orígenes y expansión de una dinastía. 1238 – 1492
I. Orígenes y desarrollo de la familia Borja.
II. Final de las tres culturas y conquista del poder. El Vaticano.
La 2ª Parte se centra en los años del papado de Alejandro VI
(CD 2) Supremus est mortalibus: Culminación y final de un sueño. 1492 – 1509
III. Culminación y final de un sueño.
IV. Tiempos de revueltas y de humanismo.
Y la 3ª Parte del pasaje
(CD 3) Del “reino” convulso de Alejandro VI al triunfo espiritual de Francisco de Borja. 1510 – 1671
V. Batallas y treguas: responsabilidades militares y políticas.
VI. Renuncias y transformación espiritual.
VII. Últimos años y muerte de Francisco de Borja. Su canonización.
Este amplio recorrido histórico nos permite mostrar la riqueza musical del entorno Borgia y de su época, con las músicas más representativas procedentes de los cancioneros de Montecassino, de Palacio, del Duque de Calabria, y de Gandía. Composiciones firmadas por los más grandes compositores hispánicos (Johannes Cornago, Cristóbal de Morales, Lluís del Milà, Bartomeu Cárceres, Mateo Flecha, y Joan Cabanilles, incluyendo el Credo de la Misa atribuida al mismo Francisco de Borja, como ejemplo de un arte más popular) y compositores europeos del momento (Gilles Binchois, Guillaume Dufay, Josquin des Prez, Henrich Isaac, Claude Goudimel). Obras compuestas en muchos casos para una ocasión concreta, ya sea con motivo de la celebración de victorias, batallas o treguas, de la coronación de Alejandro VI y también de lamentos por la muerte de personajes importantes (Johannes Ockeghem, Lorenzo el Magnífico, el Emperador Maximiliano, etc.). Todo ello completado con textos recitados de testimonios poéticos, elogios, críticas, incluyendo el terrible bando sobre la expulsión de los moriscos de 1609.
La belleza y la emoción de estas músicas dan nueva vida a los momentos esenciales de una época convulsa y extraordinaria, y nos acercan de una forma más objetiva y emocionante a la realidad social y cultural del tiempo de la Dinastía Borgia.
JORDI SAVALL
Torino, 27 de Mayo 2010
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