GRANADA (1013-1502)

Hespèrion XXI, Jordi Savall, La Capella Reial de Catalunya

17,99


Referencia: AVSA9915

  • LE CONCERT DES NATIONS
  • HESPÈRION XXI
  • Jordi Savall

La fundación del reino de Granada por Zawi ibn Zirí en 1013 sobre el antiguo emplazamiento de Garnata al-Yahud, la Granada de los Judíos, es el punto de inspiración de este proyecto; una evocación histórica y musical de cinco siglos de vida de una de las ciudades más importantes y admiradas de la Andalucía musulmana. Encargo especial del Festival de Música y Danza de Granada, este programa fue imaginado y creado para celebrar el milenario de la fundación del Reino de Granada. Las músicas que se acompañan en el CD que se adjunta, fueron en su gran mayoría, interpretadas y grabadas en vivo durante el concierto realizado el primero de julio de 2013 en el Palacio de Carlos V de la Alhambra.


Desde fundación del reino de Granada, expansión y esplendor del Al-Ándalus,

hasta su incorporación al reino de Castilla y León y la conversión forzosa de los moriscos.

 

La fundación del reino de Granada por Zawi ibn Zirí en 1013 sobre el antiguo emplazamiento de Garnata al-Yahud, la Granada de los Judíos, es el punto de inspiración de este proyecto; una evocación histórica y musical de cinco siglos de vida de una de las ciudades más importantes y admiradas de la Andalucía musulmana.  Encargo especial del Festival de Música y Danza de Granada, este programa fue imaginado y creado para celebrar el milenario de la fundación del Reino de Granada. Las músicas que se acompañan en el CD que se adjunta, fueron en su gran mayoría, interpretadas y grabadas en vivo durante el concierto realizado el primero de julio de 2013 en el Palacio de Carlos V de la Alhambra.

Para entender la gran riqueza de intercambios, influencias y tradiciones presentes en el momento de la fundación del reino de Granada, hay que remontar a principios del siglo V. La presencia de comunidades judías en Andalucía y su relación con los cristianos comienza a preocupar a la jerarquía eclesiástica en el Concilio de Elvira (Granada), celebrado en los primeros años del siglo IV, y un siglo más tarde Severo de Menorca relata con inquietud en una carta encíclica del 417 las buenas relaciones existentes entre judíos y cristianos. Unos años antes en 409, la entrada en la península de vándalos, suevos y alanos acaba con los más de cuatro siglos de romanización, durante los cuales se establece en la península la liturgia visigodo-mozárabe, terminando definitivamente esta influencia en el año 812 cuando el emperador de Bizancio reconoce a Carlomagno como legítimo emperador de Occidente.

 

Las influencias bizantinas en la música visigodo-mozárabe se explican también por las estrechas relaciones que existieron entre la península y Constantinopla, especialmente intensas a partir de los viajes de san Leandro y otros Padres de la Iglesia. La música del rito visigótico o mozárabe, tuvo su máximo esplendor entre el Concilio de Toledo de 633 (presidido por san Isidoro de Sevilla) y el fin del dominio visigodo con la irrupción de los musulmanes en el año 711, pero continuará practicándose en toda Andalucía hasta el siglo XI.

A partir de la llegada de los musulmanes, se denomina música mozárabe a toda la música litúrgica cristiana practicada en las zonas bajo su dominio. A pesar de que siguen vigentes muchas de las antiguas melodías litúrgicas anteriores a la invasión, la gran influencia cultural de la música árabe, que se produce entre los siglos VIII y el XI, es la responsable natural de la decadencia de la música mozárabe. Pero la gran problemática de todas estas músicas, así como de la mayor parte de la música de los primeros años de la Edad Media, es que su grafía, constituida por neumas, todavía hoy nos es difícilmente descifrable, ya que, en los mejores casos, solo nos permite imaginar la altura aproximada de los sonidos, pero a duras penas su exacta duración. La música profana de tradición visigótica, en cambio, se fusiona ampliamente con las nuevas músicas árabes incorporadas a partir de 711, lo que da lugar a una cultura musical extraordinaria.

Cuando los musulmanes llegaron a Andalucía tenían aún grandes prevenciones sociales contra la música, y el oficio de músico era considerado inmoral e incluso deshonesto; una prueba de la baja consideración de los músicos, cantantes o plañideras era que su testimonio nunca se aceptaba en los juicios. Con la llegada de Abderrahman I el Justo, el primer emir de la dinastía Omeya en Al-Ándalus, la música empieza a ganar en consideración y a ocupar un lugar mucho más importante, hasta convertirse, con la llegada del gran músico Abulhasán Ali ben Nafi, conocido como Ziryab, en una de las formas del arte andalusí más apreciadas, sobre todo por las clases altas. A medida que se van suavizando las austeras tradiciones mahometanas, la práctica musical se desarrolla con una intensidad creciente en todas las capas sociales.

Casi tres siglos antes de construirse la Alhambra, Granada fue ya un reino próspero y fascinante dirigido por visires judíos que pusieron su inteligencia a favor del rey Badis ibn Habús al-Muzaffar (1038-1073), primer monarca de la dinastía Zirí de origen norteafricano-bereber. Por desgracia, esta época de desarrollo y convivencia, sin embargo, quedó cercenada con una terrible persecución y la matanza de los judíos granadinos de diciembre de 1066, descritas en las “Memorias” del último rey de la dinastía Zirí Abdalá ibn Buluggin bin Badis (1073-1090). Al poco tiempo de instalarse en el poder, su reino se empobreció al tener que pagar fuertes parias a Alfonso VI para ser protegido de su eterno rival, el reino de taifa de Sevilla. Era el siglo XI, cuando la gran disensión interna en al-Ándalus (la fitna) había roto la unidad del califato de Córdoba, creándose un mosaico de pequeños estados llamados los reinos de Taifas.

Al igual que en el resto de reinos de taifas de al-Ándalus, el reino de Granada se caracterizó por su debilidad y por las constantes divisiones y luchas internas. Aprovechando esta coyuntura, a finales del siglo XI los almorávides del norte de África desembarcaron en la península dirigidos por Yusuf Ibn Tasufin, cabeza reinante que en esos momentos gobernaba un imperio que se extendía desde Argel hasta el Senegal. Con ciertas simpatías locales que no veían bien el desgobierno de los ziríes y con el apoyo de personajes influyentes como el cadí Abu Yafar, Tasufin entró en Granada en el año 1090, destronó al último rey zirí, Abd Allah, e integró los territorios de Andalucía Oriental a su imperio, enfrentándose a otras taifas y a los propios reyes cristianos del norte de la península.

Después de los almorávides serán los almohades (hombres de la montaña) los que intenten ocupar el espacio político vacante y, partiendo del norte de África, ocupen de nuevo los territorios musulmanes de la península tras doblegar una tras otra a todas las taifas. La ciudad de Granada, en concreto, es conquistada en el año 1157.

Pese a la pretendida estabilidad política de los almohades, no faltaron en diversas taifas intentos por recobrar la independencia promovidos por intereses locales y poderosas familias despojadas de sus anteriores privilegios. En Granada, el más conocido de estos episodios fue el protagonizado en 1162 por Muhammad Ibn Sad quien se enfrentó a los almohades en la sangrienta batalla de la Sabika con la colaboración de elementos almorávides.

Pese a que los almohades consiguieron imponer cierta estabilidad e incluso frenar el impulso conquistador de los reinos cristianos, la victoria de las huestes cristianas en la batalla de Las Navas de Tolosa en 1212 supone la apertura de las vías de acceso hacia Andalucía Occidental y el fin del sueño de Al-Ándalus.

El reino nazarí de Granada, conocido como sultanato de Granada, fue fundado en 1238 por el noble nazarí Mohamed ibn Nazar. A pesar de todas las múltiples presiones, el reino sobrevivió gracias a su favorable ubicación geográfica, tanto para la defensa del territorio como para el mantenimiento del comercio –basado en una economía bien diversificada– con los reinos cristianos peninsulares, los musulmanes del Magreb y los genoveses a través del Mediterráneo. Sin embargo, fue perdiendo territorios paulatinamente frente a la Corona de Castilla, hasta su definitiva desaparición tras la guerra de Granada (1482-1492). El reino nazarí de Granada sería el último estado musulmán de la península ibérica y del antiguo al-Ándalus.

Las músicas que hemos escogido para acompañarnos en este fascinante viaje por la historia de la última capital del Al-Ándalus, durante uno de los períodos más extraordinarios de la denominada “España de las tres culturas”, serán de orígenes y transmisiones muy diversos.

Para las músicas judías escucharemos las antiguas músicas e improvisaciones sobre los textos antiguos de los poetas Dunash Ben Labrat y Yehudá Haleví (1075-1141) y los textos recitados del reputado médico, rabino y teólogo judío andalusí Maimónides,  las músicas del Cantar de los Cantares, interpretados con el conocimiento de las antiquísimas tradiciones orales de una antigua comunidad sefardí del sur de Marruecos que domina magistralmente nuestro cantor Lior Elmaleh. Sin olvidar la bellísima oración anónima sefardí (tradición de Salónica), que se cantaba durante el importante ritual festivo del Seder de Pésaj, celebrado en la primera noche de Pascua: un expresivo canto El pan de la aflicción es interpretado magistralmente en ladino por los solistas de La Capella Reial de Catalunya en diálogo con las improvisaciones del cantor Lior Elmaleh.

Las músicas cristianas estarán representadas por obras provenientes de los repertorios mozárabes, codex y manuscritos hispánicos medievales, en especial del Códice de las Huelgas, o las Cantigas de santa María de Alfonso X el Sabio, romanceros fronterizos y de las guerras de Granada, así como –ya para el período final– los villancicos de Juan del Enzina, de Gabriel y anónimos del Cancionero Musical de Palacio, interpretados por los solistas de La Capella Reial de Catalunya y de Hespèrion XXI, y completados con textos históricos recitados con elocuencia por el poeta, hebraísta y arabista Manuel Forcano.

Serán las moaxajas, los maqams, las canciones sobre los textos y los poemas de autores como Ibn Zuhr (1073-1162), Ibn Zamrak (1333-1394) y las evocaciones y danzas instrumentales, conservadas oralmente en las ciudades y países donde emigraron masivamente los andalusíes durante y después de las guerras de Granada, las que nos permitirán evocar algunos momentos esenciales de la gran riqueza cultural andalusí. Gracias al dominio creativo del arte de la improvisación vocal e instrumental, estas músicas –que nunca se escribieron, ya que fueron siempre conservadas por tradición oral–, serán recreadas magistralmente por nuestros cantantes y músicos de Siria, Marruecos, Turquía, Grecia, e Israel. Músicos todos ellos, poseedores del conocimiento de las tradiciones propias de los estilos arabo-andalusíes conservados mayoritariamente en el norte de África y Oriente Próximo. Nuestra última evocación histórico-musical terminará con el recuerdo de la conversión forzosa de todos los musulmanes del Reino de Granada en 1502. Para sentir toda la emoción y tragedia de esta última imposición arbitraria, escuchen el estremecedor diálogo improvisado entre la cantante siria Waed Bouhassoun y el cantor israelí Lior Elmaleh sobre el lamento andalusí maqam hizaj del más grande poeta del al-Ándalus Ibn Zaydún (1003-1071), acompañados expresivamente por el oud, kanun y ney, y percibirán la extraordinaria vigencia de unas tradiciones que han sido transmitidas durante siglos de padres a hijos, de maestros a discípulos, y que continúan vivas gracias al esfuerzo y talento de todos estos maravillosos músicos orientales.

Esta grabación es un apasionado testimonio del poder de la música en el desarrollo del diálogo intercultural y un ferviente homenaje a todos los músicos que, participando en esta grabación, lo hacen posible con su extraordinario talento, su humanidad y su generosa capacidad de diálogo comprometido, más allá de sus orígenes, sus culturas y sus creencias.

 

JORDI SAVALL

Bellaterra, 3 Abril 2016

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