IN EXCELSIS DEO
Jordi Savall, La Capella Reial de Catalunya, Le Concert des Nations
21,99€
Con el programa IN EXCELSIS DEO en los tiempos de la guerra de Sucesión de España, queremos presentar yuxtapuestas la misa Scala Aretina para cuatro coros del compositor catalán Francesc Valls (1671-1747) y la Misa para dos coros y dos orquestas del compositor francés Henry Desmarest (1661-1741), dos excepcionales obras maestras unidas en el tiempo y vinculadas por la historia de aquel naciente siglo XVIII, aunque todavía demasiado desconocidas en nuestro siglo XXI.
Reseña Melómano Digital (ESP)
Revue de Res Musica (FRA)
Ressenya de Sonograma (CAT)
Músicas de la Iglesia, músicas de la corte y memoria histórica de los cantos del pueblo
1702-1714
IN EXCELSIS DEO
Con el programa IN EXCELSIS DEO en los tiempos de la guerra de Sucesión de España, queremos presentar yuxtapuestas la misa Scala Aretina para cuatro coros del compositor catalán Francesc Valls (1671-1747) y la Misa para dos coros y dos orquestas del compositor francés Henry Desmarest (1661-1741), dos excepcionales obras maestras unidas en el tiempo y vinculadas por la historia de aquel naciente siglo XVIII, aunque todavía demasiado desconocidas en nuestro siglo XXI. En efecto, esas obras raras, creadas por dos de los más grandes compositores de Cataluña y Francia –que formaron parte de la misma generación (Valls es diez años más joven de Desmarest)– están vinculadas por la conflictiva historia de las coronas francesa y española durante la guerra de Sucesión que comenzó en 1701; la misa Scala Aretina compuesta en Barcelona a finales de 1701 fue interpretada a principios de 1702, mientras que la misa de Desmarest se compuso hacia 1704, justo después de su estancia en Barcelona. La misa Scala Aretina se interpretó por primera vez en la catedral de Barcelona, mientras que la Misa para dos coros y dos orquestas probablemente se presentó en la capilla real de Versalles (sin duda después de 1704, si tenemos en cuenta las menciones por parte de Philidor de los cantores de la capilla real y los instrumentistas de la corte en su lista de participantes con ocasión de la interpretación de esa obra). Nos encontramos, pues, inmersos en el período de la terrible guerra entre España y Cataluña durante la cual se enfrentaron las tropas castellanas y francesas partidarias de Felipe V y las tropas catalanoaragonesas del archiduque Carlos de Austria sostenidas por el pueblo de Cataluña deseoso de conservar su libertad.
La idea de reunir en un mismo programa esas dos misas maravillosas tomó forma en el marco de la colaboración regular que mantenemos desde hace numerosos años con el castillo de Versalles y con Laurent Brunner, su director artístico y también director del Festival Château de Versailles Spectacles. Suya fue la propuesta de este programa; y, apasionado como él, tanto de la música francesa como de la catalana y española, enseguida la acepté con gran entusiasmo. Inmediatamente nos pusimos a estudiar el modo en que podría realizarse el proyecto: de entrada, pude contar con la colaboración de la Fundación Centro Internacional de Música Antigua, con la que realizamos todo el trabajo de investigación; con nuestro director de coro Lluís Vilamajó procedimos a la selección de los participantes vocales (que formaron las voces de La Capella Reial de Catalunya) y con Manfredo Kraemer, nuestro concertino de la orquesta Le Concert des Nations, definimos los instrumentistas necesarios para los diferentes efectivos de cada una de las dos obras. El resto fue posible gracias a la eficaz colaboración del equipo cultural de la Saline Royale d’Arc-et-Senans y al apoyo de su director Hubert Tassy. En ese lugar extraordinario llevamos a cabo la preparación musical del proyecto (del 26 al 29 de junio del 2016), antes de ofrecer el concierto por primera vez en la catedral de Dole el 30 de junio y luego los días 2 y 3 de julio en la maravillosa capilla real de Versalles, donde nuestro ingeniero y «maestro de sonido» Manuel Mohino realizó la grabación del directo que acompaña la presente edición.
FRANCESC VALLS
Francesc Valls (1671-1747) es sin duda uno de los compositores catalanes más emblemáticos del Barroco ibérico, por más que su biografía no nos resulta del todo conocida (en particular, en lo referente a su nacimiento y formación). A veces, se ha mencionado su presencia en Valencia, Mataró o Gerona, pero sin la existencia de pruebas fehacientes; lo que sí sabemos es que sucedió a Juan Barter en la catedral de Barcelona, donde fueron interpretadas la mayoría de sus composiciones. Compositor fundamental de la música catalana y de modo más general de la música española de la época, Valls muestra en sus obras un conocimiento de las nuevas corrientes musicales procedentes de Francia, Italia y Alemania. La misa Scala Aretina, que suscitó una gran polémica musical en su época (véase el artículo de Josep Maria Gregori), sería durante décadas la composición sacra española más notable. Partidario del archiduque Carlos en la guerra de Sucesión, fue marginado por el nuevo poder tras la caída de Barcelona el 11 de septiembre de 1714.
La presencia de músicos de la capilla austriaca durante la estancia del archiduque Carlos en Barcelona podría explicar ciertos paralelismos entre la escritura y la formación vocal e instrumental de Valls y Biber. La Missa Bruxellensis de este último consta de 23 voces, de las cuales 8 están distribuidas en dos coros de 4 voces cantadas y las 15 partes restantes son interpretadas por trompetas, violines y violas, oboes, cornettos y sacabuches, órganos y timbales; mientras que la misa Scala Aretina de Valls, está escrita para 11 voces, distribuidas en tres coros (3, 4 y 4), más 2 violines (doblados por los oboes) y 1 violonchelo, 2 órganos, 1 arpa y 2 trompetas (más 1 violone y 1 timbal, añadidos siguiendo la práctica de la época). Sin embargo, a pesar de estas semejanzas con las grandes misas de Biber, el genio de Francesc Valls se manifiesta por una personalidad bien caracterizada; una escritura alegre y llena de espontaneidad, siempre extremadamente rica en efectos y contrastes, en contrapuntos desarrollados a lo largo de pasajes concertantes entre las partes solistas o con los tres coros, alternados con partes para sexteto (Qui tollis peccata mundi) o para cuarteto (Et incarnatus est) llenas de gran dulzura y ternura. Las combinaciones de policoralidad y juegos de armonías se encadenan a menudo de modo sorprendente y nos hacen sentir su modernidad y su carácter innovador. Valls, que fue criticado por hacer empezar en su Miserere nobis una cuarta voz por una novena sin preparación, se defendió argumentando: «¿Qué son las reglas en las artes, sino instrumentos y medios para lograr el fin de ellas? […] Ahora pregunto : ¿Cuál es el fin de la música? Cualquiera que no sea sordo responderá que la melodía. Pues como se logre ésta, ¿qué importa si falté en alguna de las reglas que establecieron los antiguos? […] Si se permite el uso de las especies disonantes porque ellas son las que dan más variedad a la música, hermanando aquella entrada, en su armoniosa salida, lo vario y lo consonante, ¿por qué no se ha de permitir?»
Quizá debido a ese deseo de libertad que la música de Valls nos sigue interpelando profundamente. Nos propone un discurso musical proyectado desde su propia intimidad, por medio de un impulso expresivo global que nos conmueve con intensidad: allí donde elegancia y belleza forman un devenir indisociable, a través de una fusión total de la melodía con el respaldo de la armonía y el contrapunto.
HENRY DESMAREST
Henry Desmarest (1661-1741), uno de los compositores más talentosos del reinado de Luis XIV, sucesor de Charpentier en el Colegio de los Jesuitas de París, gozó de los favores de su soberano, tanto por su música religiosa (había sido cantor en la capilla real) como por sus óperas. Sin embargo, tras llevar a cabo el rapto de su amada (menor de edad) contra la voluntad del padre de la joven, fue condenado a muerte y tuvo que exiliarse en 1699 para escapar a la sentencia. Cuando el nieto de Luis XIV accedió al trono de España bajo el nombre de Felipe V, el nuevo monarca lo llamó a su lado y lo nombró maestro de música de su cámara con el objeto de imponer un estilo versallesco a su corte y le encargó contratar a músicos franceses: Desmarest se convirtió, pues, en el maestro de la música francesa en la corte de España. Apenas llegado a Madrid en junio de 1701, Desmarest tuvo que seguir al rey hasta Barcelona para su boda con María Luisa Gabriela de Saboya y allí se quedó junto con una docena de músicos franceses desde agosto hasta finales de diciembre de 1701 para ofrecer entretenimientos a la corte. Parece que fue en ese momento cuando Francesc Valls, el célebre maestro de capilla de la catedral de Barcelona, hizo ejecutar su misa Scala Aretina. Desmarest tuvo sin duda el privilegio de escuchar esa misa fastuosa y de conocer a Valls durante su estancia en Barcelona, o durante la siguiente en 1702. Sin embargo, la fortuna no tardaría en golpear al exiliado: Felipe V volvió de Italia con gustos musicales muy italianos y decidió disolver su música francesa… cuyos músicos buscaron trabajo en las diferentes orquestas de la capilla y la corte. En constante movimiento como su rey por los permanentes vuelcos militares de la guerra de Sucesión española, en un momento en que la capilla real de Madrid estaba en plena transformación y en el corazón de los juegos políticos, Desmarest se vio obligado a esperar sin auténtico empleo hasta 1707, cuando la corte de Lorena solicitó sus servicios. Se convirtió entonces en superintendente de la música en la corte del duque Leopoldo I en Nancy y fue, por lo tanto, en Lorena donde se desarrolló el resto de su carrera y su vida. Allí ofreció en primicia su resplandeciente Misa para dos coros y dos orquestas (1707), compuesta probablemente en España teniendo en cuenta las inspiraciones recibidas de los compositores locales… y sin ninguna duda la misa Scala Aretina de Valls.
Las misas para gran orquesta, y más aun para dos coros, son extremadamente raras en Francia en la época de Luis XIV: en ese género, como indica Jean Duron, «Marc-Antoine Charpentier casi resulta un caso aislado con su misa Assumpta est Maria (H.11) [obra que grabamos en el 2004, también en la capilla real de Versalles, y que reeditamos en el 2014; AV9905], la Misa del señor De Mauroy (H.6) y su famosísima Misa de Navidad (H.9)». En semejante contexto, la existencia de esa única misa de Desmarest –exigiendo, también ella, dos coros y dos orquestas– constituye un acontecimiento digno de particular atención; sobre todo, cuando constatamos que no es posible hallar ninguna de sus características en los otros grandes maestros de la época como Lully, Du Mont o Collase, ni tampoco en Lalande ni Bernier. Como señala Jean Duron, «sólo las misas de difuntos parecen haber corrido mejor suerte, porque hasta nosotros han llegado tres obras maestras más o menos contemporáneas, surgidas de la pluma de André Campra, Jean Gilles y Charpentier (H.10). No hay que olvidar que las misas para gran sinfonía terminaron con frecuencia en las bibliotecas musicales de los capítulos comanditarios, destruidas en su mayor parte durante la Revolución francesa. Por fortuna, la de Desmarest ha sobrevivido hasta nuestros días gracias a los cuidados de André Philidor, guardián de la biblioteca musical de Luis XIV y quizá también –porque fue preservada– gracias a la voluntad del conde de Toulouse, hijo del rey y Madame de Montespan».
Como tan bien indica una vez más Jean Duron: «Cuántos cuidados, en todo caso, en la confección de esa partitura: Philidor, en los peores momentos del exilio de Desmarest, supo mostrarse, durante años, como un amigo siempre constante y fiel, copiando las obras profanas y sacras del proscrito (tras haber sido condenado a muerte). […] En su copia de la Misa, como hizo en otras obras de Desmarest, Philidor se preocupó de anotar el nombre de cada uno de los mejores y más ilustres artistas de la corte que aceptaron interpretar las obras del músico caído en desgracia: en otros lugares, en otros tiempos, casi cabría ver en esa lista de artistas prestigiosos una suerte de petición para implorar la clemencia del monarca».
Esta extraordinaria Misa para dos coros y dos orquestas nos muestra todo el genio de nuestro compositor: espectacular maestría del contrapunto y las secuencias armónicas; imponente construcción de las diferentes partes de la misa, alternadas con admirables sinfonías que reúnen a las dos orquestas y que abren el Kyrie, el Sanctus y el Agnus Dei; emotivos contrastes entre la declamación coral de los textos en los pasajes del Gloria, entre Adoramus te «Lento» y Glorificamus te «Rápido», y también durante el Credo, entre Simul adoratur «Lento» y et Conglorificatur «Rápido», y al final entre Pleni sunt cæli et terra «Lento» y Hosanna in excelsis «Rápido»; sin olvidar el estremecedor Crucifixus y la emotiva construcción polifónica para 8 voces del Et incarnatus est
Músicas de la memoria del pueblo
Para completar el disco de Valls, hemos añadido unas «Músicas del tiempo de las guerras entre España y Cataluña». De entrada, la Batalla imperial de Kerll/Cabanilles, que sirve de introducción a tres cantos antiguos cantados por el pueblo de Cataluña durante la misma época en que se cantaban las misas de Valls y Desmarest.
La canción patriótica El cant dels aucells quant arribaren los vaixells (El canto de las aves al ver llegar naves; del archiduque Carlos) toma la muy antigua y hermosa melodía de El Cant dels Ocells (El canto de las aves). Ese canto que celebraba el nacimiento del niño Jesús se convierte en un canto patriótico que celebra aquí los buques de guerra de Carlos de Austria. Otro famoso canto tradicional y patriótico es Els Segadors (Los segadores). Nos cuenta en forma de romance una revuelta campesina. La interpretamos en una versión instrumental y en otra vocal que corresponde al actual himno nacional de Cataluña. Para concluir, hemos elegido el antiguo lamento Catalunya en altre temps (Cataluña en otro tiempo, que se cantó en los años que siguieron a la caída de Barcelona y la rendición de Cataluña. Aquí, la melodía de un antiguo lamento amoroso sirve de base para una versión musical (realizada y armonizada por mí) que integra un texto de protesta política de la época. Nos cuenta en forma elegíaca que «Cataluña en otro tiempo se gobernaba ella sola y hacía sus propias leyes en su lengua y no otra. ¡Llora, llora Cataluña, no te gobiernas ahora».
Son, en última instancia, cantos de la memoria de un pueblo, músicas que nos cuentan la vida y las esperanzas de aquellos hombres y aquellas mujeres que, arriesgando la vida y los bienes, tuvieron el valor de defender su cultura y su libertad.
JORDI SAVALL
Utrecht, 30 de agosto del 2017
Traducción: Juan Gabriel López Guix
Revue par Res Musica
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