MONTSERRAT FIGUERAS. La Voix de l’Emotion

17,99


Referència: AVSA9889

  • Monsterrat Figueras

A principios de los años setenta, surgió la necesidad de llevar a cabo una clara ruptura de la tradición romántica. Resultaba evidente que la música vocal antigua necesitaba un nuevo enfoque técnico y estilístico para su interpretación, similar al que ya se estaba aplicando en el terreno instrumental. En ese momento, tanto los críticos como el público en general dirigieron su atención hacia algunos jóvenes cantantes preocupados por esta búsqueda. Entre ellos, Montserrat Figueras fue proclamada como uno de los máximos exponentes de esta nueva generación.


A principios de los años setenta, surgió la necesidad de llevar a cabo una clara ruptura de la tradición romántica. Resultaba evidente que la música vocal antigua necesitaba un nuevo enfoque técnico y estilístico para su interpretación, similar al que ya se estaba aplicando en el terreno instrumental. En ese momento, tanto los críticos como el público en general dirigieron su atención hacia algunos jóvenes cantantes preocupados por esta búsqueda. Entre ellos, Montserrat Figueras fue proclamada como uno de los máximos exponentes de esta nueva generación.

Nació en Barcelona, y empezó a estudiar canto con Jordi Albareda. Desde muy joven, comenzó a cantar en el prestigioso conjunto catalán de música antigua Ars Musicæ, dedicado a la música sacra de los grandes polifonistas españoles del siglo XVI y a los cancioneros de la corte de Carlos V. Este fue el inicio de una dedicación artística (y también personal) que, desde entonces, ha marcado la evolución de todo el movimiento de recuperación de la música antigua.

Como estudiante de la Schola Canlorum Basilensis y la Musik Akademie local, donde trabajó con Kurt Widmer, Thomas Binkley y más tarde con Eva Krasznai, Montserrat Figueras adquirió una formación vocal general, y tuvo además la oportunidad de asimilar las recientes investigaciones sobre técnicas vocales antiguas. El clima propio de estas instituciones fue de gran importancia para el desarrollo personal de Montserrat Figueras como cantante. La mayoría de los tratados instrumentales de los siglos XVI, XVII y XVIII insistían en que la finalidad principal a la hora de tocar cualquier instrumento era imitar la voz humana con la mayor fidelidad posible, no sólo desde el punto de vista de la expresión sino también de los efectos técnicos. Por lo tanto, la única forma de lograr una alternativa viable al estilo vocal del romanticismo era hacer exactamente lo contrario, es decir, buscar en el terreno vocal un enfoque similar al que habían desarrollado los intérpretes de instrumentos originales. Si las Cameratas Florentinas definían el nuevo «stile recitativo» como la forma de «imitare col canto chi parla», la finalidad era ahora, dentro de 1o posible, «imitare col canto chi suona».

Este fue seguramente uno de los aspectos que más me impresionó la primera vez que asistí a un recital de Montserrat Figueras y Jordi Savall, hace unos treinta y cinco años, en la capilla barroca de la Universidad de Coimbra. En esa ocasión, interpretaban un «tono humano» español del siglo XVII, en donde la misma frase musical pasaba de la voz a la viola como si ambas fueran elementos complementarios de un único instrumento polifónico. Estábamos todos literalmente impresionados oyendo realmente cantar a la viola de Jordi, mientras que Montserrat producía exactamente los mismos efectos a la hora de proyectar el sonido y articular las frases, como si transformara de forma milagrosa sus cuerdas vocales en las cuerdas de un instrumento.

La investigación académica y el estudio de la interpretación instrumental eran referencias esenciales a la hora de elaborar un enfoque personal de la música antigua, pero quizá había otro aspecto todavía más importante en su característico estilo vocal: su gran conocimiento del canto folclórico de Cataluña, en el que se seguían usando muchas técnicas vocales antiguas, con melodías y danzas que databan también de finales de la Edad Media. Esta familiaridad no estaba en absoluto limitada a la tradición musical de su país, sino que iba acompañada de un interés constante por la herencia global de la música vocal en las diversas culturas mediterráneas, desde el Magreb a los Balcanes y desde Oriente Próximo al Midi francés.

Ninguna de estas influencias surgió de un acercamiento puramente intelectual o académico. Montserrat Figueras se dedicó a ellas, ante todo, por medio de su intuición natural, incorporándolas de forma espontánea en su instinto musical. El resultado fue una mezcla perfecta que desembocó en un estilo personal inconfundible, ya sea cantando una canción española, un madrigal de Monteverdi o una canzonetta de Sor. Por esta razón, Montserrat puede seguir una estricta disciplina de trabajo en la preparación de cada obra, sin perder por ello el enfoque espontáneo que caracteriza cada una de sus interpretaciones.

De hecho, aunque estoy convencido de que todos los aspectos que he destacado son muy relevantes a la hora de comprender los fundamentos de la música de Montserrat Figueras, debo añadir que ninguno de ellos puede explicar, y ni siquiera describir, la esencia de su impacto sobre el oyente, especialmente en un concierto en vivo. Montserrat es de una belleza sorprendente y su mera presencia en el escenario está rodeada de un aura, con una elegancia tanto sensual como aristocrática. Estas dos cualidades son aún más evidentes en su forma de cantar, a la que se entrega con cuerpo y alma, con el cerebro y con el sentimiento. Todo su cuerpo parece vibrar con los ritmos de danza de una canción. Su cara se convierte en un espejo de la tensión emocional de cada texto, transmitiendo dolor y alegría, deseo y devoción, pasión y melancolía, o excitación y serenidad.

Lo mismo podemos decir de la voz. Con su mezcla única de calidez y transparencia, abarca toda la gama de las emociones humanas, expresando todos los matices del significado de un poema. Además, aunque no parezca especialmente potente, tiene una gran proyección. Incluso en las grandes catedrales, su sonido viaja de forma maravillosa desde el aliar principal hasta los últimas bancos de la nave.

Ha actuado por todo el mundo, principalmente con Hespèrion XX, el extraordinario grupo que fundó en 1974 con su esposo Jordi Savall, y con el intérprete de instrumentos de viento Lorenzo Alpert, y el laudista Hopkinson Smith y también, durante los últimos años, con el conjunto vocal la Capella Reial de Catalunya. Sus numerosas grabaciones han sido galardonadas con los premios más prestigiosos en el campo de la música clásica. Muchas personas la han imitado, pero sigue siendo un punto de referencia a la hora de juzgar a sus colegas.

Por lo tanto es indispensable que se le dedique, con este doble álbum, un Homenaje donde Montserrat Figueras cubra los diferentes aspectos de su repertorio, donde sobresalió en todos ellos, desde las canciones sefarditas y las profecías inolvidables de la Sibila hasta los cancioneros de polifonía ibérica del renacimiento o las melodías del repertorio español para vihuela; desde la intensa atmósfera devocional de las obras maestras de Guerrero o Victoria hasta las monodias exquisitamente acompañadas de Monteverdi y Merula; desde el encanto y la energía rítmica del «tono humano» del primer barroco español hasta sus equivalentes posteriores de la época de Goya y las guerras napoleónicas, a principios del renacimiento. Para aquellos que ya admiraban a Montserrat Figueras, este álbum constituye una recopilación metódica y bien organizada de su carrera y su música. Para aquellos que la descubrirán aquí por primera vez, estoy seguro de que la sabiduría y la emoción inherentes a su voz y a su arte producirán en ellos un momento inolvidable de la que fue uno de los talentos más genuinos y fascinantes en el mundo de la música antigua actual.

RUI VIEIRA NERY
Universidade Nova de Lisboa

Traducción: Ramon Vilalta

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